martes, 8 de abril de 2014

Castillo de Javier

La silueta dibujada por las torres almenadas corta el horizonte, anunciando la llegada al castillo de Javier, cuna de San Francisco Javier, patrón de Navarra, de las misiones y del turismo en España.  En la Navarra Media, a 8 km. de Sangüesa y al límite de la provincia de Zaragoza, se alza esta fortaleza medieval erigida sobre roca viva, que congrega cada año a principios de marzo a miles de navarros en la popular peregrinación conocida como Javierada. 

Un puente levadizo le introducirá en un mundo de torres, mazmorras, matacanes, troneras y saeteras, y le permitirá conocer el lugar donde nació (1506) y vivió San Francisco Javier, cofundador de la Compañía de Jesús y uno de los misioneros más universales. 

Los orígenes del castillo se remontan a finales del siglo X, en el que se levantó una torre de señales, la torre del Homenaje. Su estratégica ubicación de frontera entre los reinos de Navarra y Aragón, acrecentó su sentido de fortaleza y en torno a la torre se fueron edificando los distintos cuerpos del castillo. En 1516, por orden del cardenal Cisneros, fue parcialmente destruido, y a finales del siglo XIX y aneja a la fortaleza, se levantó la basílica de Javier. 

En 1952, las obras de reconstrucción devolvieron al castillo su fisonomía original y hoy es uno de los pocos castillos que conservan sus defensas y estructuras como troneras y saeteras. La estratégica situación del Castillo permite disfrutar de impresionantes vistas: al norte, la sierra de Leyre; al oeste, la vega del río Aragón; al este, la frontera de Aragón; y al sur, la plaza y el término de Castellar. 

En el Castillo encontramos al Cristo de Javier, una impresionante imagen gótica del siglo XVI tallada en nogal, que según cuenta la tradición sudó sangre cuando el Santo agonizaba en Sancián. Este está rodeado de un dramático fresco medieval, única representación gótica de la danza de la muerte que existe en España

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